miércoles, 23 de noviembre de 2022

RELATO DE LA ISLA (IV)

La Cruz del Piache se halla ubicada en línea diagonal con el inmueble de Tía Victoria, que le servía de residencia y bodega, visitada cotidianamente por Leandro en busca de su alimento preferido, papelón y coco. Leandro era un personaje de la picaresca isleña que lanzaba piedras contra la muchachada cuando esta le hacía la Cruz con los índices de las manos. Moreno retinto y descamisado, Leandro no hablaba sino que emitía sonidos guturales que la bondad samaritana de Martina y Tía Victoria comprendía, subrayada con una sonrisa a la Mona Lisa que se repetía muy temprano todas las mañanas cuando Nicanor Arismendi, “Canoncito” por lo chiquito y retaco, visitaban la Bodega pidiendo ”La mañanita” un vasito de ron blanco de cincuenta grados que al parecer era más energético que la Fragua de su oficio o las cámaras cargadas con arcilla y pólvora que solía disparar en las fiestas religiosas del San Pedro, patrón de los pescadores y, por coincidencia, nombre del navío insignia de la más numerosa expedición hispana, comandada en 1815 por el llamado “Pacificador” Pablo Morillo, para restablecer la monarquía en la sublevada Venezuela y América. La nave hispana guerrera naufragó incendiada frente a las costas de Margarita y Coche. Acaso el nombre “Pacificador” bien valió para la balandra que fabricó el carpintero de playa, Miguel Ángel Guevara, para el empresario pesquero Manuel de Jesús Coello y que en su viaje inaugural estuvo a punto de naufragar, atrapada por furiosa tempestad en alta mar que la escoró. Nada se sabía de “El Pacificador” capitaneado por Alejandrito Coello, el mismo antigomecista que destruyó El Faro que relampagueaba por las noches en el patio de leñas de Tía Victoria. Al fin cesó la consternación a los quince días de desaparecida la balandra cuando el marino Melitón, semidesnudo, llegó nadando a la playa del Cardón donde lo aguardaba una multitud que había divisado al velero. El marino exclamó: “Aquí estamos, basta ya de llantos, velas y oraciones a Nuestra Señora del Monte Carmelo, patrona del Mar y de los marinos.”. y que el día de sus festividades, el 16 de julio, navegaron en procesión marina, como nunca, entre cohetes y cañonazos, en acción de gracia, desde la Playa del Medio hasta Gúinima y la bahía del Bichar, como es tradicional, con un gran cortejo de embarcaciones pequeñas y por la noche las mujeres pertenecientes a la Cofradía elevando sus oraciones y los mismos cantos que suelen obsequiar cuando muere alguna de las cofrades y que sin asistencia varonil cargan a pie hasta el cementerio sobre sus frágiles hombros. Esta virgen, igual que San Pedro, era remozada cada año por los pinceles artísticos de Mario Marcano y el Padre Chico Nardi cuando venía de Pampatar echaba el cuento de la advocación de la Virgen María venerada en el Monte Carmelo e inspiradores de los sacerdotes de la Orden Carmelita a la cual perteneció después el Padre Agustín, dinámico párroco de La Asunción, capital de Margarita, Estado Nueva Esparta, al cual pertenecen la isla de Coche y Cubagua, la antigua y colonial Nueva Cádiz, rica en ostrales perleros, sepultada por el maremoto al cual sobrevivió la imagen de la Virgen del Valle del Espíritu Santo, patrona de los marineros igual que la Virgen del Carmen

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