martes, 30 de diciembre de 2014

Goyo Suárez, el calafateador


Goyo Suárez era excelente calafateador.  Cuando el  San Rafael hacía agua tras largo viaje, al llegar a tierra, Goyo le trataba las juntas de las tablas del casco y la cubierta con estopa y brea comprada en la casa del tuerto Juan Gil.     Y cuando en la bodega se agotaba la estopa, Goyo, quien tenía unos bigotes abultados,  apelaba a la estopa del  cocotero de Punta Botón. Desayunaba Goyo con una descomunal taza de majarete, visto lo cual, una mañana el travieso niño vecino le preguntó por qué consumía tanto majarete,  “Ni tanto, mijo, sólo la mitad porque la otra mitad se queda en los bigotes”.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Alejandrito Coello


Alejandrito Coello vivía bajo la cúpula del cardonal chillando como un querrequere, pero sin dejar de ser un Señor de la Cábala, capaz de suponer e interpretar, sin nada saber ni comprender las esotéricas leyes del Talmud judaico, lo que estaba más allá del mar y del misterio.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

El apelativo del pasado

Teles de Mileto

Primitivamente el apelativo del ser humano era el nombre del lugar donde había nacido.  En la Isla de Coche, era el nombre de la mujer que lo parió. “Chucho Liboria” por ejemplo, era Jesús el hijo de Liboria. Tales de Mileto, era,  Tales, el filósofo y Mileto, ciudad antigua de Grecia

Chucho Liboria


Chucho Liboria, o sea, Jesús, el hijo de Liboria, era un moreno alto, delgado,  inteligente, de impresionante destreza.  Cargaba el maletín del  doctor Cooper, médico polaco de la Isla de Coche.  En sus ratos de ocio, solía jugar partidas en el Billar del Gordo Maneque Marval y era capaz de ganar haciendo 50 carambolas de manera ininterrumpida, algunas por tres bandas.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Las arepas de Roseliana


Roseliana era la mujer que hacía las arepas más solicitadas.  A mi padre le agradaban tanto las arepas de maíz pilado que terminó enamorado de Roseliana y con ella concibió a Saturnino que creció y murió hundido en el espejismo de la salineta donde solía recrear las imágenes de su fértil fantasía.



viernes, 5 de diciembre de 2014

La sed de Salomón


Salomón, el marinero del San Rafael, calmaba su sed de tanto viento y de tanto sol, usando una esponja empapada con la vaporizada agua de mar hervida. El pintor Mario Marcano decía que la idea se le había trasmitido por telepatía el sabio Aristóteles.