viernes, 6 de enero de 2012

El Comprador de perlas

Antes de que la explotación pasase a "mejor vida", en Coche se destacó Juan Casanova Gil como gran comprador de perlas. Durante mucho tiempo Juan Casanova Gil dominó el comercio de la isla.            Era marino, patrón        y            capitán de su propio     barco.  Comerciante     de extraordinarios aciertos, parco, de hablar quedo y de sonrisa tenue. Su negocio era redondo. Sus intermediarios, si es que los había, estaban fuera, en los puertos donde atracaba su barco para llevar el pescado seco con los cuales los deudores pagaban sus créditos y a la vez para surtirse de cuanto consumía la población.
En su establecimiento comercial se quedaba Paulita Arismendi despachando desde una astilla de leña, una juanadama de kerosene o gasolina, un cafenol o frasco de hemoglobina, estopa para calafatear, una red para pescadores, hasta la más rara pieza de ferretería.
Pero el gran negocio de Juan Gil, como prefería llamarlo la gente,  parecía estar en las perlas. Claro está, cuando la perla tenía gran demanda y buenos precios. Yo veía. a Juan Gil en las grandes temporadas tender un manto negro sobre una mesa cuadrangular para clasificar bolsos repletos de ,perlas que a diario le traían los pescadores.
Recuerdo estos tipos de perlas clasificados y separados en montoncitos: "de vista" (perlas completamente esféricas, tornasoladas y mayores de dos granos); "redondas" (semejantes a la "de vista", pero más pequeñas); "descarte" (similares a las anteriores sin llegar a ser completamente esféricas); "barroque" perla irregular y "mostacilla" la de inferior calidad con peso de un cuarto de quilate aproximadamente.
Antiguamente, vale decir, en tiempos de la Colonización, prevalecían otros nombres en la clasificación comercial como por ejemplo "aljófar común" (perla de forma irregular), "aljófar redondo" (perla esférica), "avemarías" (perlas ideales para rosarios) y "asientos", perlas redondas por un lado y planas por el otro.
El impuesto era apenas el valor de una estampilla fiscal de poca monta adherida al permiso que debía obtenerse en la Inspectoría de Pesca. En tiempos de la Colonia consistía en separar para la Corona la quinta parte de cada porción de perlas clasificadas. Los funcionarios de las Cajas Reales que entonces funcionaban en la propia Cubagua, Santo Domingo y Puerto Rico, separaban las perlas en grandes grupos, apartando para la Corona el llamado "quinto real" o quinta parte de cada clasificación.
Como se ve el impuesto a la extracción y comercio de la perla no existe y menos ahora  que la explotación ha mermado considerablemente. A los pescadores en la temporada autorizada por el despacho gubernamental correspondiente, les resulta comercialmente más provechoso ofrecer al mercado la tripa de la bivalva con fines culinarios dada que es muy solicitada por ser rica en proteína y por la convicción de sus poderes afrodisiacos.
El gran comprador de perla que era Juan Casanova Gil (más cochero que de Santa Ana del Norte donde nació) dejó de ser desde el mismo año 1981 cuando murió a la edad de 87 años.
Fui muy amigo de uno de sus hijos, de Efraín.  Residíamos en la misma casa del Conde Este  de Caracas.  Él estudiaba en el Liceo Fermín Toro y yo en la ETI de la Ciuad Universitaria.  Catire de baja estatura, le metía cartones a los zapatos para crecer un centímetro. Los fines de semana ibamos juntos al cine y de regreso le echábamos el carro al portugués que vendia tostadas en cualquier esquina de Caracas.
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