jueves, 12 de mayo de 2016

LA CASA VICTORIA



Recostado el patio cargado de leña contra el borde del cerro El Piache, la Casa Victoria expendía artículos de toda clase, desde una botija de kerosene hasta una panela de papelón, incluso, mercancía seca como cretona, condimentos aromáticos y añil para teñir la ropa de ocasión.  Victoria tenía una cargadora llamada Martina y un burro aguador que no comía pasto sino maíz traído del Golfo de Cariaco.  Era una bodega que fiaba, empeñaba prendas y daba la ñapa, socorría al desvalido andariego como Leandro y vendía licores fuertes.  Victoria era única en su estilo, el eje de la gran familia Fernández esparcida desde la Iglesia del apóstol San Pedro hasta el cerro Urica, donde por siempre se había anclado Cleto, legendario lobo de mar, que había navegado todos los océanos.

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