viernes, 11 de marzo de 2016

Las perlas de Juan Gil

Las perlas de todos los tamaños, brillos y colores yacían en un saquito bien guardado hasta que su dueño las vertió sobre el tapiz negro de la mesa y sometió su valoración al  ojo no guiñado.  Por ello de tanto mirar con un sólo ojo la calidad de las perlas se ganó la palma de tuerto y lo apodaban sin remilgo   el “Tuerto Juan Gil”.

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