Siguiendo la estela de su abuelo materno, subió la jarcia hasta el carajo y divisó un mundo nuevo imposible para su permanencia. Retornó al punto de partida donde la vida había que anclarla con tenacidad más que con el engaño que alguna vez lo puso de mal humor. Al final mejoró en el trabajo productivo que le costó la vida en una noche de viandas aromáticas mal alumbrada por los rayos de una Luna oculta entre nubes de mal presagio.
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