Mallía era como el flautista de Hamelín, sólo que en vez de la dulce flauta utilizaba una lata de caramelos. Mi padrino Mallía cada vez que se pasaba de copas, se armaba muy bien en las bodegas de las equinas de parada y a paso acelerado por medio de la calle iba lanzando caramelos a los muchachos que le seguían al mismo ritmo festivo. Picha! más picha Mallía! y a ese paso llegaba hasta el mar donde tenía fondeado su pequeño velero, Allí se embarcaba y los muchachos le segúían con el agua hasta el cuello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario