martes, 10 de octubre de 2017

Luis José Fernández

tropel de luces
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Luis José Fernández
o Jóvito el de Evangelia
·     Luis Miguel Patiño

Viene a nosotros en el año en el que asoman su canto universal poetas y trovadores, en un San Pedro de Coche de 1935 signado por leyendas de frescas escaramuzas y consecuencias cotidianas: oscuridad, limitaciones y mucha, mucha esparanza. Creció de la mano de Chente salazar y Miguel Ángel Guevara. Uno para las letras y el otro para el trabajo. Tales condiciones se afianzaron en él transitando los caminos del tiempo. Evangelia, su madre también le obligaba a tareas propias de la fe como limpiar candelabros, el mesón del Santo Pedro, tañer las campanas en ocasión de fiestas y difuntos, pero nunca se le vio rezar. Su oración íntima, en todo caso, estuvo prendida en los acordes de un largo silbido que desde sus labios se tendía entre yaques y cardonales.
Desde temprana edad trabajó. Alguna vez vendió arepas, colgaba su voceo en los rincones de las casas de entonces. Fue un ejercicio premonitorio.
Corre el año 52 del siglo pasado, contando cori 17 años, en compañía de su tía Juanita Fernández de Guevara y Miguel Ángel Guevara en La Playa del Medio, se embarca y mira como la quilla de La Flor Amarilla, de José Jesús Marín (Cachú) rompe el celofán del agua y la proa apunta hacia un porvenir desconocido. En Tucacas se hace marino de profesión. Al lado de su primo, Luis Miguel Guevara Fernández, incursiona en el comercio de cabotaje en ruta Tucacas-Curazao-Bonaire-Tucacas. En ese itinerar templó el brío... y la musa también. Faenó en el Mar de los Caribes por tres años. Regresa a Coche, su pueblo querido, vuelve a las señas de difuntos, a las caimaneras de pelota. Con 21 años se lanza nuevamente a retar al destino: en la misma Playa del Medio, de aquellos dias de tía Juanita, aborda la Corazón de Jesús de Cleto Gamboa, capitaneada por Enrique Marval, ahora su destino es la tierra zuliana. Época de diásporas en la que los orientales buscan la vida en los campos petroleros. Comenzó desde abajo én la Creole Petroleum Corporation. Estudia en su tiempo libre y escala posiciones laborales. Además, logra juntar voluntades y con sus coterráneos fundan la Sociedad Benéfica San Pedro de Coche. Desde el Zulia lucha por los problemas del lar nativo alcanzando notorias metas que aún perduran. Comienza su producción poética. Nace Coche, mi pueblo querido, himno
cantado desde la distancia geográfica pero desde la cercanía de la nostalgia por el terruño. Luego de prestar sevicio en la filial Lagoven por veintiséis años, regresa definitivamente al suelo cochero de sus amores. Se establece como comerciante de víveres. Por su parecido con el líder fundador de URD lo comparan y le regalan el apelativo de Jovito (la pronunciación local cochera de Jóvito). Revoluciona la manera de participación de las demás personas en la vida pública de Coche. Funda el Consejo de Pastoral Parroquial.
Para ese entonces dedica su tiempo, a la par de los negocios, a componer sus canciones y letras para Diversiones Tradicionales. Brinda su apoyo, en primer lugar, a la comunidad de El Bichar para el Festival de Diversiones con La Cotúa, luego apoya a la comunidad de La Uva con diversiones, cantos populares y aguinaldos. En 1994 da inicio a su polémica y reivindicativa columna Rima la queja en un semanario de curso regional. En ese mismo año impulsa la creación de La Sociedad XII Hombres para la Iglesia. Fue el cronista sentimental por excelencia: estudiantes, maestros y profesores de diferentes niveles, así como nativos y visitantes encontraron en él la fuente donde se abreva la sabiduría propia de los pueblos, de su pasado reciente y no tan reciente. Son innumerables sus escritos publicados en la prensa con sentido reflexivo, anecdótico y protestatario que le valieron aplausos y también adversiones de una minoría aludida producto de ese accionar reñido con y para el deber social de las mayorías; canciones y Diversiones ganadoras de festivales en niveles infantiles y adultos. Su más preciado sueño y su más claro norte fue la enseñanza de la música: de allí la creación de la escuela Cuatro y Canto Los traviesos de Luis José, de la cual van ya tres generaciones. Son ellos los más fieles difusores de su obra. En el año 2005, por iniciativa de la Asociación de Escritores del Estado Nueva Esparta (AENE), el ejecutivo regional le honró con la distinción de Patrimonio Cultural Viviente. El pueblo en su esencia vernácula siempre lo recordará como Jovito el de Evangelia.
En su espíritu siempre vivo entre nosotros le recordamos en esta muestra de su creación.


 III
Mi coche querido
(Canción)
Coro:
Coche, mi pueblo querido
tierra del gran pescador
 el marino en su timón
hace gala de tus mares
Coche, las bellezas naturales
 decoran tu población.
 I
Hermosa piedra de El Piache
monumento que recuerdo
 es reliquia de mi pueblo
no lo olvida el que allí nace.


II
Es muy grato recordar
a El Guamache y a Güinima
hay que ver que se camina
 para llegar a El Bichar
III
La más blanca, pura y fina
nuestra sal es la primera
¡Viva, viva Venezuela
y Coche con su salina!

Décimas protestatarias
La dama con insistencia
'Mortificada por la basura
Comunidades impuras
Declaradas en emergencia
Hay que tomar providencia
En este año electoral
Por "siaca" vuelvan aspirar
A diputado o senador
Tal vez a gobernador
Castigo será NO votar.

 Éramos dos mil habitantes
 Nos cuidaban dos policías
 Contaba la abuela mía
Sin necesidad de vigilantes
Para ella era bastante
Dormía a puertas abiertas
 Con una perrita alerta
Ladraba al sentir un paso
 No hacía omiso caso
Sin pesadilla la siesta.
 Las bodegas de antaño
Desaparecieron por aquí
Única quedó "Nohemí"
Para revivir los años
Maras con "Pandelaño"
Mangos tinos,mayagaítos
 En la playa de Miguelito
 Grandes tortas de casabe,
 Melcochoso "Bienmesabe"
 Galletas "Abas y "rolitos".

Tengo en mi memoria
A "Chongoro","Chico Ñeco"
 Pedrito,Silvino en Valle Seco,
 Cerca del Piache, Victoria
 "Choncita" Patiñ o, historia
 "Maneque" billar y panadería
Chicharrones de Ángel María
Ferretero Carlos "Carola"
 Vendía agujas de Vitrola,
 Bodegas de Eladio y "Mayía".

Personajes del comercio
 Bernardino,Petra Alfonzo,
 Froilán González su pozo
Águeda por locha los precios
 Cargadoras de trabajos recios
 Victoria tenía a Martina,
Juan Gil a "Chepona" y "Yayina"
 Cargaban en la cabeza
 Quintales,arrobas,pesas  
Sin prestación ni medicina.
Alcaldes y concejales
A elecciones transparentes
 Con este pueblo residente
 Sin votos de otros lugares
 Coche con sus vatares
 El Cochero debe resolver
Los extraños no pueden ejercer
 En Nuestro gobierno comunal / Cada votante en su lugar / Elige su propio poder.

*Luis Miguel Patiño. Poeta cochero, experto en lengua latina. Recientemente empezó a narrar.

La Monja Blanca Estela


Una monja calificada de “revolucionaria” por el Arzobispo Crisanto Mata Cova llegó a residenciarse en Ciudad Bolívar en los años ochenta, proveniente de la isla de Coche, una isla de sol, de sal y de redes, poblada desde hace más de 450 años por Juan López de Archuleta, quien por Real Cédula la recibió en calidad de encomienda para que se estableciese en ella con su mujer y tuviese ganado, labranzas y otras granjerías.
         Los cochenses seguramente ignoraban entonces este hecho de su historia y por eso no tenían celebraciones como suele ocurrir por igual motivo en otros pueblos de Venezuela.
         En Coche que hasta 1922 perteneció a la Diócesis de Guayana, saben, en cambio, y lo celebran como tradición secular, cuando es el día de San Pedro y de la Virgen del Carmen, patronos de pescadores y marinos.
         El 16 de julio, precisamente, sucede en la isla una gran fiesta marina. Un centenar de embarcaciones cortejan en su procesión por el mar a la Virgen de los escapularios, desde el muelle de Valle Seco hasta el Guamache, bajo una linda y efusiva atmósfera de pirotecnia, cantos  religiosos y música folklórica.  El pueblo de San Pedro y caseríos del Guamache, Bichar y Guinima rompieron la rivalidad regionalista y ahora se unen en una sola fiesta en honor a la Virgen y este milagro de la unidad se le atribuye a la hermana Blanca Estela que se hizo líder religiosa y social de la comunidad sanpedrina.
         Los habitantes de la Isla de Coche están bien arraigados en la fe católica.  Es uno de los pocos pueblos de Venezuela donde no ha podido entrar otra religión o secta.  Ni siquiera la superstición o la brujería.  Allí sólo se cree en Dios y la Virgen.
         El Arzobispo de Ciudad Bolívar, monseñor Crisanto Mata Cova, en la creencia de que esta condición religiosa del pueblo de la Isla de Coche se le debía en buena parte a la labor de Blanca Estela, movió contactos dentro de la jerarquía católica y logró reubicar a la Hermana en la capital guayanesa donde la embestida evangélica apabulla con sus micrófonos y altoparlantes instalados por las noches en cada barrio de la ciudad.
         Blanca Estela realizaba una labor estupenda cuando para desconsuelo del prelado le llegó la contraorden de regresar a Coche.  Al parecer la Iglesia se dio cuenta que no podía arriesgar los resultados de una labor que la monja con su carisma y dinamismo  había cimentando en la isla.
         La monjita realmente se las traía.  Era dinámica y vivaracha.  Hablaba, cantaba y rezaba muy bien.  Algunos curas y especialmente Monseñor  Mata Cova, la llamaban “monja revolucionaria”.  Ejecutaba el órgano, la guitarra, el cuatro, el acordeón, tocaba las maracas y conversaba en forma convincente  y directa. El pueblo entendía su lenguaje, la seguía, creía en ella, la respetaba, la cuidaba y por las noches a la hora del rosario le llenaba la Iglesia desde el altar mayor hasta el atrio.  Blanca Estela pertenecía a la congregación Hermanas Laura, de esa congregación hay otras tantas internadas en la selva de Guayana catequizando para su religión la fe de los indios mapollos.
         Estuvo la monjita otros años más en la isla al sur de Margarita hasta que regresó a su tierra Colombia y de allí la Congregación la envió a la India a trabajar con los pobres como lo hacía la otra Hermana Laura Glynn en Ecuador.  En la India a donde también se fue el antropólogo Jorge Armad desde Ciudad Bolívar,  murió a la edad de 75 años.
         En Ecuador igualmente se destacó otra Hermana Laura, aunque nada tiene que ver con la colombiana.  Esta Hermana Laura Glynn era norteamericana y trascendió como gran defensora de los derechos humanos.  También falleció y dejó una larga trayectoria de lucha y sobretodo de compromiso social. Trabajó hasta su último aliento en la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos