viernes, 11 de noviembre de 2022
LA BODEGA DE TÍA VICTORIA (XIV)
Ha inquietado siempre al ser humano la ancianidad y la muerte hasta el punto de llevar a los alquimistas a investigar sobre un posible elixir de la vida o la inmortalidad. Es decir, prolongar la vida eternamente. Algunos de ellos, como Paracelso, lograron grandes avances en el campo farmacéutico. Se relaciona con la Piedra Filosofal, mística piedra que transformaría los metales en oro y supuestamente crearía el sistema.
En la antigua China intentaron encontrar el elixir con diversos resultados que fueron decayendo al tiempo que avanzaba el Budismo con su idea de la inmortalidad. Lo mismo ocurrió en la India pues los grupos Vedas también creían en un vínculo entre la vida eterna y el ORO..Sin embargo, la idea del elixir de la vida ya no tenía tanta repercusión, porque el Hinduismo, la primera religión en la India, tiene otras ideas de la inmortalidad.
La alquimia, nacida en el antiguo Egipto, empezó a florecer en Alejandría, en el periodo helenístico. En la misma época, se desarrolló una escuela de alquimia en China. Ya en los escritos de algunos filósofos griegos se anticipan las primeras teorías químicas.
La base de la alquimia parte de la doctrina aristotélica que postula que "todas las cosas tienden a alcanzar la perfección". Al considerar a los demás metales imperfectos con respecto al oro, se suponía que la naturaleza los convertiría finalmente en oro. Ya por el siglo IV, un alquimista habilidoso, utilizando rituales de magia y la astrología, podría reproducir en su taller ese proceso natural.
Podemos dividir la historia de la alquimia en tres períodos: el primero, de 1200 a 1300 de nuestra era, la alquimia era una capacidad manual que demostraba su utilidad a través de la coloración de metales, haciendo creer que se trataba de transmutaciones. Existe un antiguo grimorio atribuido a Alberto Magno que trata exhaustivamente ese tema. El segundo periodo, de 1300 a 1600 de nuestra era, se caracterizó por el auge de la alquimia entre personas cultas que se interesaron por sus enormes perspectivas. Así Valentinus en Alemania y Norton en Inglaterra se destacaron en la tarea, tanto teórica como prácticamente. El trabajo se basaba y centraba en la fabricación de "La Piedra Filosofal" o "Lapis Philosophorum", con cuya ayuda se esperaba poder fabricar el maravilloso y singular oro, materia tan deseada por los Príncipes. Otro de los motores que movía a los investigadores hacia la alquimia era la búsqueda de una medicina universal que curara todas las enfermedades y fuese fuente de "Vida Eterna". El representante más importante de ese grupo de hombres excelsos y elegidos fue Paracelso.
La alquimia se transmitió a Europa a través de España, gracias al extraordinario florecimiento que las ciencias y las artes experimentaron en Al-Andalus durante el Medievo. Los primeros trabajos existentes de la alquimia europea son los del monje inglés Roger Bacon y el filósofo alemán Alberto Magno, ambos creían en la posibilidad de transmutar metales inferiores en oro.
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