lunes, 29 de noviembre de 2021
COLOCADA PRIMERA SEÑALÉTICA EN REFUGIO DE FAUNA SILVESTRE PUNTA ‘E PALO DE ISLA DE COCHE
Prensa Ecosocialismo (Minec) / Nueva Esparta, 28/11/2021.- Como parte del cierre del taller de “Anillado de flamencos y monitoreo de aves playeras residentes y migratorias”, los participantes, junto con la comunidad de Punta ‘e Palo en Isla de Coche, estado Nueva Esparta, trabajaron en la elaboración y colocación de la primera señalética en el Refugio de Fauna Silvestre (RFS) del lugar.
La acción se produjo luego de sesiones de aprendizaje, planificación, intercambio de experiencias y fortalecimiento de capacidades, que sirvió para conformar un equipo de trabajo y un plan para el regreso al sitio, con la finalidad de continuar con las investigaciones de la avifauna.
Con la ayuda de la comunidad y los operadores turísticos, se estableció el compromiso de continuar con las señalizaciones en la reserva, para, de esa manera, garantizar la conservación del territorio y las especies, además del aprovechamiento de la actividad del ecoturismo.
Más aves observadas
En una jornada previa, se observaron bandadas de aves playeras alimentándose en la arena, entre las que estaba una agrupación de los mundialmente amenazados Playeros Rojizo (Calidris canutus), y un Halcón Peregrino (Falco peregrinus) que intentó depredar a los primeros al atardecer.
De acuerdo con la directora general de Diversidad Biológica del Ministerio del Poer Popular para el Ecosocialismo (Minec), Carliz Díaz, se detectó un Playero Arenero (Calidris alba) con una banderola verde lima y un anillo metálico, en el que se logró leer el código «CX>».
El equipo procedió a reportar la información a www.bandedbirds.org, con una respuesta que indicaba que el individuo fue anillado inicialmente el 20/05/2021 en Thompson Beach, New Jersey, Estados Unidos. Luego fue visto el 28/05/2021 en Sunray Beach Preserve, New Jersey, Estados Unidos.
Este ejemplar identificado como «CX>, voló desde New Jersey hasta la RFS Punta e’ Palo en la Isla de Coche, en lo que constituye un recorrido de aproximadamente dos mil 300 kilómetros.
La presencia del Playero Arenero (Calidris alba) «CX>», indica la importancia internacional de observar un ave anillada, que utiliza la RFS Punta e’ Palo para descansar. Este espacio fue decretado como área protegida recientemente por el Ejecutivo Nacional.
Prensa Ecosocialismo (Minec)
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martes, 9 de noviembre de 2021
El guaikeri de la Isla de Coche que acompañó a Humboldt
Carlos del Pino se llamaba el indio guaikerí que acompañó a Humboldt y a Bonpland durante su exploración científica por Venezuela
Este era un indio de la raza guaikerí, vigoroso y fuerte como todos los hombres del mar, que desde niño soñaba con ir más allá de la Isla de Coche y de las costas de la Nueva Andalucía, pero su piragua hecha con el robusto tronco de un árbol no podía remontar las olas altas como los barcos españoles que desde 1492 llegaban por aquellos mares.
¡ Si alguna vez pudiera yo penetrar el horizonte desde la jarcia de uno de esos barcos! - soñaba Carlos del Pino que así se llamaba aquel indio guaikerí de piel cobriza, sagaz observador y siempre desnudo hasta la cintura.
La mañana del 15 de julio de 1799 cuando iba de patrón en su piragua con varios de su raza a buscar madera de construcción en los bosques de cedro que se extiende desde el Cabo de San José hasta más allá de la desembocadura del río Carúpano, sin más bastimento que cocos y pescado frescos, observó que un barco español fondeaba cerca de la Isla de Coche, izaba el estandarte de Castilla y lanzaba cañonazos.
Temeroso y sin saber de qué se trataba, en vez de huir como lo hacían otras piraguas, Carlos del Pino puso proa hacia la corbeta.
Era el “Pizarro” donde viajaban hacía 40 días, desde el puerto de la Coruña en España, los naturalistas Alejandro de Humboldt y Bonpland, a los cuales le llamó la atención aquella pequeña isla baja con médanos enclavados, aparentemente deshabitada y llena de cactus cilíndricos, semejantes a candelabros.
Como las sondas habían indicado poca profundidad, no desembarcaron sino que escudriñaron la isla a través del catalejo. Así que luego de varias horas levaron anclas y navegaron hacia el Oeste, rumbo a Cumaná. A bordo iba el indio Carlos del Pino. Había abandonado a sus compañeros para desde las jarcias de una corbeta realizar el sueño de ver el horizonte verde donde quedaría para siempre.
En el trayecto el indio entretenía a Humboldt y a Bonpland con relatos de su tierra. De esta manera se enteraron de que a pocas millas de la costa existía una faja de tierra montuosa y fría, habitada por españoles y de que en las llanuras viven dos especies de cocodrilos así como boas, anguilas eléctricas y varias especies de jaguares. Humboldt comenzó a despertar su extraordinaria curiosidad por las maravillas del país que comenzaba a visitar.
Le inspiró el indio tanta confianza y sabiduría que se lo llevó consigo de ayudante por todo su recorrido recolectando plantas y animales, estudiando y analizando el calor, el contenido magnético y eléctrico de la atmósfera, determinando longitudes y latitudes geográficas, midiendo montañas e investigando al fin todo el poder viviente de la naturaleza.
Para todo venía muy bien, en una u otra tarea, el indio Carlos del Pino que de lobo de mar se veía de pronto convertido en alumno de la ciencia. Acostumbrado al viento franco y a la inmensidad del mar, le parecía muy poca cosa aquellos ríos, sin embargo, experimentaba cierto sobrecogimiento por las selvas presintiendo como mal augurio que sería al fin atrapado por ella.
Por eso, luego de varios meses de recorrido, quería dejar atrás el Apure, el Orinoco, el Atabapo, Río Negro y el Casiquiare para retornar pronto al mar con los suyos, pero tal como lo presentía, llegando a la Angostura del Orinoco, la malaria comenzó a minar su cuerpo y la miel mezclada con extractos de quina no pudo, como a Humboldt y Bonpland, salvarle la vida. Murió a los ocho días de haber llegado a aquel puerto fluvial de la colonia gobernado por don Felipe Inciarte. De Carlos del Pino nunca más se supo en la tierra de los guaikeríes. Se quedó para siempre sembrado en Angostura el indio que renunció al mar para descubrir el horizonte insondable de la selva.(AF)
viernes, 17 de septiembre de 2021
LA INGRATA AVENTURA DE MIS PATINES
Yo tuve un par de patines que me regaló Américo Albornoz Martínez cuando ambos éramos monaguillos del padre Agustín Costa que amaba tanto a los niños como San Juan Bosco en la iglesia de La Asunción, capital del Estado Nueva Esparta. Américo Albornoz estudiaba sexto grado con el profesor Luis Pibernat y yo cuarto grado con la maestra normalista Nuncia Villaroel en el Colegio de Varones Francisco Esteban Gómez. Cuando su hermano mayor se graduó de médico en Caracas mando a buscar a todos sus hermanos y yo como único recuerdo cargaba mis patines para todos partes. Una vez me fui de vacaciones a la isla de Coche y rodaba con mis patines en la única calzada que tenía la isla al lado de la Iglesia. Allí varias veces sobre mi pierna derecha calzada de patín paseaba al niño Víctor Salazar que llegó a ganar el primer premio de poesía latinoamericana. Cuando viaje a Caracas a estudiar me lleve mis patines y en las madrugadas de diciembre era uno los tantos ruidosos patinadores del Conde Este 10 Bis cerca del Puente Mohedano. Una madrugada decembrina me pegué del chasis de un camión estaca que pasaba y rodando caí en una alcantarilla y me lesioné gravemente una de las rodillas. Mi prima Carmen Verónica Coello que era médico residente del Centro Médico del Seguro Social cargó conmigo y me inyectó una antitetánica. Mi tia Regina toda preocupada tomó mis patines y los lanzo al río Guaire que discurría por detrás del patio de la casa-quinta. A veces me subía la azotea para ver si por arte de magia flotaban mis patines. Un día de la estación lluviosa el Guaire que parecía turbio y tranquilo, se desbordó de repente y creí que mis patines al fin flotarían, pero no. Un vecino me dijo que seguramente la impetuosa corriente desbordada los hizo rodar hasta el mar que es el morir, como dice el poeta. (AF).
domingo, 8 de agosto de 2021
EL GATO NEGRO DE JUAN GIL
El navegante Juan Gil (Juan Casanova Gil), de la isla de San Pedro de Coche, tenía un Gato Negro en su depósito de mercancías y la gente atribuía al felino poderes mágicos que seguramente trasmitía al comerciante para que siempre tuviese buena fortuna en sus negocios. Para probar si era verdad, el travieso Abdón, hijo de Martina, se las ingenió para localizar al gato y matarlo de una certera pedrada en la frente disparada con onda. Lo cierto es que Juan Gil se vio afectado por la depresión económica de 1929, pero la gente tercamente lo atribuía a la muerte del gato negro (AF).
lunes, 17 de mayo de 2021
ELENA Y SUS PINCELADAS
En torno al eje de la sensibilidad artística de Elena Fernández, en vez de los balancines extractores del oro negro de la cálida tierra de Cabimas donde abrió los ojos por primera vez, gira el paisaje natural y humano de la Isla de Coche de donde vienen sus padres y remotos ancestros. Lo que evidencia que es el grito de la sangre y no el lugar donde se nace, lo que se impone en el momento de la creación individual. De allí en su pintura la permanencia de todo lo ontológico que la sustancia y que con los símbolos de sus raíces va delineando en una búsqueda constante con su propio lenguaje.
Para probar la consistencia de lo que la envuelve, ha tentado los resortes de su resistencia innata aventurando hacia otros horizontes y no se ha dejado sugestionar, como generalmente ocurre, ante los escenarios deslumbrantemente exóticos del antiguo continente, particularmente los de la península itálica donde vive dando a conocer su obra ni de los de la tierra azteca donde ha quedado desprendida una rama filial.
Lo vital de la Isla de Coche es más fuerte, más dominante. Su presencia resalta en el gracejo de los colores y en la forma primitiva de la imagen que glorifica el espacio. Los componentes existenciales de cada creación buscan narrar la historia del nativo salpicada de mar, piedra y brisa, de guarichas y paraulatas, de cactus y retamas, de peces enmallados sacados de la inmensidad del agua.
Los trabajos artísticos visuales de Elena que ya se cuentan por centenas, denotan un estilo muy particular, donde se mezclan la ingenuidad más pura con el impresionismo. Su trabajo gusta y emociona a los entendidos de aquí y de otras tierras nada parecidas a la nuestra, eternamente tocada por el trópico encendido. Su pasión ha sido y es dar a conocer a través del arte que cultiva, estampas tradicionales de nuestro pueblo en un dinámico figurativo de personajes, casi siempre en tropel, de tallas infantiles, impregnados de colores que suben y bajan de acuerdo con el estado de ánimo. La procesión del santo patrono de los pescadores perdura con mucha fuerza, asimismo las clásicas diversiones del pez atrapado en las redes de los habitantes del mar, las peleas de gallos criollos que parecen desintegrarse en medio del palenque y esa masa de agua procelosa, fervientemente azul, y esas alegres guarichas con sus faldas desplegadas, estimulando con su canto la fuerza del trabajo y la lucha del hombre de mar contra los elementos de la naturaleza.
La pintura de Elena, en fin, navega y ancla en los puertos sedientos de veleros embanderados de colores y símbolos del alma popular. (AF)
Américo Fernández
Ciudad Bolívar, marzo de 2014.
sábado, 17 de abril de 2021
LA CRUZ DEL SUR
Evangelia me hablaba de la Cruz del Sur que había logrado ver su padre, mi abuelo José de la Cruz Tilllero, cuando fue Marino de los siete mares. De esta constelación con cuatro estrellas dominantes en forma de cruz, habla Dante Alegieri, en la Divina Comedia, cuando pasaba del Purgatorio al Infierno y dicen que su nombre se lo puso Hernando de Magallanes navegando el Estrecho que lleva su nombre. Lo recordé anoche leyendo un cuento de Jorge Luis Borges sobre el Impostor inverosímil. Se trata del marino Ton Castro que consecuente con la tradición inglesa de “run away to sea” (huir al mar) deserta de su oficio de Marino en el puerto Valparaíso después de contemplar a la Cruz del Sur. (AF)
jueves, 11 de marzo de 2021
HERNÁNDEZ Y FERNÁNDEZ
Es difícil desligar los dos apellidos ya que ambos, Hernández y Fernández, tienen su origen en el nombre propio Ferrán, que significa esforzado guerrero, derivación de la palabra céltica Har, traducida por guerra y poder. Partiendo de Ferrán o Hernán, se derivan Fernando y Fernández y Hernando y Hernández
Fernández (en catalán, Ferrandis o Fernàndez; en portugués; Fernandes; en asturiano, Fernandi; y en hebreo, פרננדז) es un apellido patronímico muy difundido en España y en América. Según datos del 2016 del INE, es el cuarto apellido más extendido en España pues, tras García, González y Rodríguez, lo llevan como primer apellido 917.924 españoles. Otras formas de "Fernández": "Fernán", "Hernando", "Hernández", "Ferrán", "Ferrandis"... La mayoría de los apellidos españoles procedentes de nombres germánicos fueron introducidos en España durante los siglos V-VII por los visigodos, por lo que casi todos ellos vienen de dicha tradición. Su significado sería "viajero valiente"… Los apellidos patronímicos están muy difundidos y son aquellos que han sido originados por un nombre propio. En el antiguo Reino de Castilla y en países que fueron sus colonias, principalmente se utilizaba la desinencia -ez, relacionado con el Reino de Navarra.
En cuanto a la F y H, debemos decir que la H es una letra muy compleja, y existe porque ha ido reuniendo a lo largo de la historia una serie de valores, algunos de los cuales han desaparecido pero otros se mantienen", le asegura a BBC Mundo el señor José Manuel Blecua, doctor en Filología Románica, catedrático de Lengua Española y ex director de la Real Academia Española (RAE). El caso es que la H no siempre fue muda. Los fenicios, los primeros al parecer en utilizarla, la pronunciaban como una "J" aspirada. Los griegos la adoptaron del fenicio dándole la forma mayúscula con que hoy la conocemos y pronunciándola como una suave aspiración. Del griego paso al latín, donde poco a poco fue suavizando su sonido.
Del latín la H dio el salto al español, donde también en un principio se decía aspirada, es decir, acompañada de una pequeña explosión de aire similar a la que caracteriza hoy en día a la pronunciación de la H aspirada del inglés. L Con el pasar de los años, y dado que en algunas zonas de España esa F se pronunciaba también aspirada, esa letra inicial empezó a ser sustituida por la H a partir del siglo XIV. Es el caso de humo (fumo).
Pero, además de adueñarse de varios vocablos en latín que iniciaban con la H, el español se apropió también de numerosas palabras latinas que empezaban con F, y que también en castellano comenzaban en un principio con esa letra.
Pero con el pasar de los años, y dado que en algunas zonas de España esa F se pronunciaba también aspirada, esa letra inicial empezó a ser sustituida por la H a partir del siglo XIV.
Es el caso por ejemplo de farina, que pasó a ser harina; del verbo hacer (que en sus orígenes era facer), de helecho (felecho en la Edad Media), herir (ferir), hurto (furto), humo (fumo), higo (en "El Cantar del Mío Cid", que data de alrededor del año 1200, aparece como figo) y tantos otros vocablos. Y ese cambio también afectó a palabras que tenían la H intercalada, como es el caso de búho (bufo en latín).AF.
viernes, 12 de febrero de 2021
PESCADORES MARGARITEÑOS EN EL MAR ROJO
Los pescadores Margariteños se veían como pobres de nuevos horizontes cuando el turco Salim les abrió los postigos de lugares remotos que excitaron su espíritu de hombres de mar y, sin pensarlo mucho, un día antes de la octavita de la virgen se hallaban “arrasando” los ostrales del Mar Rojo.
De Margarita a las costas de Arabia hay un buen trecho y la distancia se refleja en la naturaleza, forma y color de las costas. Perlas como las de Paraguachoa ¡ninguna! Aquellas madreperlas de allende los mares eran más pobres que el alma del turco Salim Abouchamad, empresario de la idea.
En la propia geografía de los acontecimientos, allí frente a las costas de Eritrea y Socotora, las celosías de la emoción por nuevos mares promisorios se cerraban. Había que regresar. Caletearon pesados fardos del ejército italiano alistándose para empoderarse de Etiopía y se hicieron de unas cuantas liras para sobrevivir y escapar de los nubarrones belicistas que se cernía sobre la negra Abisinia.
En Venezuela, el dictador Juan Vicente Gómez tenía la muerte anunciada, pero el Correo parecía más expedito que el de ahora y mi General pudo enterarse a tiempo de las vicisitudes de aquellos diecisiete pescadores margariteños que quisieron establecer su ranchería en las costas africanas. De manera que ordenó todas las providencias consulares para reponerlos de nuevo en el punto de donde salieron un 24 de julio de 1934. Al cabo de trece meses retornaron los “ñeros” de aquella aventura parecida a un cuento de la sultana Scherezade. (AF)
jueves, 11 de febrero de 2021
HABLAN MUCHO DE LOS TIBURONES Y BRAVA ES LA TINTORERA
Los tiburones que merodean por los mares que circundan la Isla de Coche son inofensivos. Con cualquier golpe de canalete se espanta. Por lo menos es lo que contaba Froilán Lunar (Chilango), pescador connotado de esos lares.
A los tiburones uno los arremete y desaparecen. En cambio, con la Tintorera, muy parecida al tiburón, no ocurra lo mismo. Esta suele espantarse con la primera arremetida, pero luego de la huida se devuelve “y allí viene el desaguase”.
Chilango no sabía leer, pero le escribían y un turista le escribió y le envió recortes con las cartas cruzadas entre Arístides Bastidas y lectores del medio impreso referente al tiburón “con licencia para matar” a los James Bond.
Para este pescador, en la familia de los cetáceos como en la del género humano se consigue de todo y tal vez, Bastidas se refería, no al tiburón inofensivo de las costas de Margarita y Coche que nunca le ha hecho nada a nadie, sino a su parienta la Tintorera de la que muy pocas se ven por aquellos mares y a las que los pescadores saben cómo tratar para que no se pongan en la mala con ellos.
Froilán Lunar vivía en el mar pescando hacía sesenta años, desde que era muchacho en la ranchería de los Coello y podía hablar con propiedad de la ictiofauna marina y contar vivencias extraordinarias no sólo de tiburones y tintoreras sino también de la caballa que, según él, desbarajusta cuando el pescador la llama por su nombre, pero cuando exclaman “miren un cardumen de peces negros” estas se quedan como arremansadas y “a tirito” de arpón.(AF)
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LOS APODOS EN LA ISLA DE COCHE
En la isla de Coche cada habitante tiene su apodo. Es raro quien no lo tenga. A los cochenses les resulta más familiar y cómodo identificar a sus semejantes con un nombre distinto al pronunciado por el sacerdote a la hora del bautizo. El postulado a ocultar tras un remoquete es observado detenidamente por el vulgo y de acuerdo a su propio nombre, origen, procedencia, oficio o defecto se procede a encasquetarle el mote que lo marca para toda la vida. Sin duda una costumbre pintoresca de la sociología de esta islita que aún ignora a ciencia cierta por que la llaman “Coche”.
De acuerdo al nombre puede apodársele “Beca” si se llama Isabel, “Juana Maquera” si viene del Maco, “La Juañanga” si es delgalichada por defecto y “Funeraria” si su oficio es el de vender urnas como el caso de “Chucho Funeraria”. Aquí el sobrenombre tiene congnomento pues son varias las personas que llevan el nombre de “Jesús” sinónimamente aceptado como “Chucho” por lo que se reforzó la alteración vocálica de su nombre con la denominación de su oficio a fin de que no se confundiese, por ejemplo, con “Chucho Liboria” (Jesús, el hijo de Eliboria Velásquez), o con “Chucho Cazón, el hijo de “Felipe Cazón” que recibía tal cognomento porque solo pescaba este tipo de celacio voraz que en Venezuela le hace como vianda al bacalao que importamos de Terranova y así como “Chucho Funeraria” y tantos tenemos al presidente Municipal, Evencio Blanco, a quien muy pocos quieren identificar sino con el nombre de “Troya” porque cuando él visitó la isla por primera vez fue para introducir esta marca de un producto alimenticio, desaparecido o difícil de hallar como la leche en esta isla de sol y sal del sur margariteño. (AF)
domingo, 7 de febrero de 2021
LA GRAN FAMILIA FERNÁNDEZ
La gran Familia Fernández habitaba una franja territorial en forma de herradura de la isla de Coche que comienza en el puerto de la Playa del Medio con Félix Fernández, navegante de arrastras perleras, y Jorge Fernández, navegante, sube por la parte más baja del Cerro donde vive Juana, se extiende hacia Zurica, al Este, donde vive Cleto y baja a la parte plana moradas de Isabel, madre de la Maestra Chepina, Raimunda, madre de Francisca la esposa del navegante Canón (Nicanor), Catalina, madre de Martina, cargadora de la bodega Victoria y las hermanas Victoria, eternizada en su Bodega; Juanita, esposa de Miguel Ángel el artesano de barcos; Rosa, en Cumaná casada con un comerciante sucrense, y, Evangelia, nacida el 30 de marzo de 1911, mi madre, la menor de estas hermanas hijas de Petra Antonia Fernández a la vez hija de Etanislá Fernández y José Ignacio Bermúdez cuyo padre era el hispano Francisco Abad residenciados en el puerto de Los Bagres, isla de Margarita. Evangelia murió el 23 de agosto de 1990 descansando en una mecedora mientras conversaba con mi hijo mayor. Intuía que estaba en el umbral de la muerte a los 80 años y en previsión había mandado a fabricar su urna en madera de cedro y forrada con tafetán rojo. Durante el sepelio, con cánticos sagrados hasta el cementerio, cargaron su urna las hermanas de la Legión del Carmen a la que pertenecía. Cuando me hallaba retomando la Corresponsalía de El Nacional a mi regreso, bajaron a pie desde la Casa de Gobierno, el gobernador Andrés Velásquez el Secretario de Gobierno, Eliécer Calzadilla, a darme el pésame.
martes, 19 de enero de 2021
DE LA ISLA DE COCHE A CIUDAD BOLÍVR
Angel María Rodríguez (Mallía) personaje pintoresco de la isla de Coche, murió en el timón del “San Rafael”, que henchido su velamen de trespuño viajaba cada quince días de Coche a Puerto La Cruz pasando por Cumaná, Cariaco y Santa Fe, a veces llegaba has Ciudad Bolívar, con pocas piedras de lastre, muchas arrobas de pescado seco y una que otra mara salpreso para los amigos y relacionados de cada puerto.
Mallía tenía siempre algo que dar además de su bendición de padrino y su inmenso corazón de marino a tiempo completo. Su barco era pequeño y por eso en la cubierta sólo había espacio para él; Salomón, su único marinero, y un perro ladrador que mantenía a raya de estribor a los pequeños nadadores asediantes del mango, el aguacate, el coco, el cambur y la caña dulce que el San Rafael traía de vuelta.
Los trespuños de Mallía, Chongoro y Jorge Fernández eran los que prácticamente aprovisionaban de frutos a la isla desde Costa Firme. Cuando los barcos zarpaban, la Playa de los Medios, donde anclaban, quedaba desolada, pero cuando desde la Piedra del Piache divisaban las velas de regreso, el puerto se volvía una fiesta y sí a Mallía le iba bien, libaba unas copas y compartía su alegría con los niños. Desde El Cardón hasta Valle Seco caminaba a paso forzado con una lata de caramelos debajo del brazo, respondiendo con frenesí a la algarada muchachera de “Picha Mallía / Más picha Mallía” mientras su compadre Justo Vásquez venía más atrás, a bordo de una cerreta, disparándole cohetes a las estrellas.(AF)
lunes, 4 de enero de 2021
EL PADRE AGUSTÍN, UNA LEYENDA EN MARGARITA
El Padre Agustín, pertenecía a la Orden de los Carmelitas, surgida alrededor del siglo XII cuando un grupo de ermitaños, inspirados en el profeta Elías, se retiró a vivir en el Monte Carmelo, considerado el jardín de Palestina donde, por cierto, estuve en 2012 junto con Lesbia Granadillo, Rosita Pérez Yépez y Riolama Fernández. Pero el Padre Agustín de quien fui su monaguillo permanente durante dos años, era muy de acá, del Siglo XX, puesto que nació en Gerona, Cataluña de España, el 5 de enero de 1899. Hoy estaría cumpliendo 132 años de vida tan longeva como imposible, pero falleció el 23 de diciembre de 1968 cuando yo era diputado a la Asamblea Legislativa del Estado Bolívar y Corresponsal del diario El Nacional. ¡Qué salto tan estupendo!
El nombre completo del sacerdote carmelita, siempre vestido con sotana marrón y sandalias, era Agustín María Costa Serra, ordenado el 17 de diciembre de 1921 y como tal se residenció en la isla de Margarita cuatro años después (1925) como párroco de San Juan Bautista, luego Párroco de Juangriego, Punta de Piedras y, finalmente titular de La Asunción. capital del Estado Nueva Esparta, durante 43 años.
Yo vivía en la misma Casa Parroquial frente a la Plaza Bolívar y el patio culminaba en la falda del cerro del Castillo Santa Rosa, en el cual estuvo presa la heroína Luisa Cáceres de Arismendi. y más atrás el Embalse de Guatamare que surtía de agua a La Asunción. Al final del patio estaba el Garaje donde guardaba su pequeño automóvil el Profesor Luis Pibernat, director del colegio Federal Francisco Esteban Gómez, donde estudié el cuarto grado con la maestra normalista Nuncia Villarroel, quien intuyó mi vocación de periodista, pues puso en mis manos el periódico mural del aula, al cual le puse el nombre de “Avance”.
La ama de llaves de la Casa Parroquial era María Luisa y mi tarea cotidiana era lavarle la copa donde el Padre todas las mañanas tomaba su Sal de fruta, regar las matas de espinacas, surtir de kerosene la Nevera, hacer las hostias con una maquinita y estudiar música y solfeo, además de servir de monaguillo en las misas y acompañar al Padre a cualquier hora de la noche para suministrarle la extrema unción algún enfermo moribundo. El Padre Agustín, amantes de los niños como San Juan Bosco, era muy estricto con la feligresía como bien lo afirma en Fedenotas El Sol de Margarita: “Para los fieles el velo en las damas, nada de descotes ni vestimentas no acordes, mangas para comulgar y el silencio absoluto durante la Santa Misa eran órdenes. El día de los fieles difuntos en el cementerio atentos al responso rezado o cantado. Hablar del Padre Agustín es hablar de las procesiones en La Asunción; el sermón del Padre Montaner el 15/08, solemnidad en Semana Santa y nada de playa, el cocotazo y regaño si hablabas durante la Santa Misa, en fin toda una leyenda. Está sepultado en el Altar de Nuestra Señora del Carmen en la Iglesia Catedral pero inicialmente fue sepultado en la nave central en frente al Altar Mayor” (AF)