jueves, 11 de febrero de 2021
LOS APODOS EN LA ISLA DE COCHE
En la isla de Coche cada habitante tiene su apodo. Es raro quien no lo tenga. A los cochenses les resulta más familiar y cómodo identificar a sus semejantes con un nombre distinto al pronunciado por el sacerdote a la hora del bautizo. El postulado a ocultar tras un remoquete es observado detenidamente por el vulgo y de acuerdo a su propio nombre, origen, procedencia, oficio o defecto se procede a encasquetarle el mote que lo marca para toda la vida. Sin duda una costumbre pintoresca de la sociología de esta islita que aún ignora a ciencia cierta por que la llaman “Coche”.
De acuerdo al nombre puede apodársele “Beca” si se llama Isabel, “Juana Maquera” si viene del Maco, “La Juañanga” si es delgalichada por defecto y “Funeraria” si su oficio es el de vender urnas como el caso de “Chucho Funeraria”. Aquí el sobrenombre tiene congnomento pues son varias las personas que llevan el nombre de “Jesús” sinónimamente aceptado como “Chucho” por lo que se reforzó la alteración vocálica de su nombre con la denominación de su oficio a fin de que no se confundiese, por ejemplo, con “Chucho Liboria” (Jesús, el hijo de Eliboria Velásquez), o con “Chucho Cazón, el hijo de “Felipe Cazón” que recibía tal cognomento porque solo pescaba este tipo de celacio voraz que en Venezuela le hace como vianda al bacalao que importamos de Terranova y así como “Chucho Funeraria” y tantos tenemos al presidente Municipal, Evencio Blanco, a quien muy pocos quieren identificar sino con el nombre de “Troya” porque cuando él visitó la isla por primera vez fue para introducir esta marca de un producto alimenticio, desaparecido o difícil de hallar como la leche en esta isla de sol y sal del sur margariteño. (AF)
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