lunes, 4 de enero de 2021

EL PADRE AGUSTÍN, UNA LEYENDA EN MARGARITA

El Padre Agustín, pertenecía a la Orden de los Carmelitas, surgida alrededor del siglo XII cuando un grupo de ermitaños, inspirados en el profeta Elías, se retiró a vivir en el Monte Carmelo, considerado el jardín de Palestina donde, por cierto, estuve en 2012 junto con Lesbia Granadillo, Rosita Pérez Yépez y Riolama Fernández. Pero el Padre Agustín de quien fui su monaguillo permanente durante dos años, era muy de acá, del Siglo XX, puesto que nació en Gerona, Cataluña de España, el 5 de enero de 1899. Hoy estaría cumpliendo 132 años de vida tan longeva como imposible, pero falleció el 23 de diciembre de 1968 cuando yo era diputado a la Asamblea Legislativa del Estado Bolívar y Corresponsal del diario El Nacional. ¡Qué salto tan estupendo! El nombre completo del sacerdote carmelita, siempre vestido con sotana marrón y sandalias, era Agustín María Costa Serra, ordenado el 17 de diciembre de 1921 y como tal se residenció en la isla de Margarita cuatro años después (1925) como párroco de San Juan Bautista, luego Párroco de Juangriego, Punta de Piedras y, finalmente titular de La Asunción. capital del Estado Nueva Esparta, durante 43 años. Yo vivía en la misma Casa Parroquial frente a la Plaza Bolívar y el patio culminaba en la falda del cerro del Castillo Santa Rosa, en el cual estuvo presa la heroína Luisa Cáceres de Arismendi. y más atrás el Embalse de Guatamare que surtía de agua a La Asunción. Al final del patio estaba el Garaje donde guardaba su pequeño automóvil el Profesor Luis Pibernat, director del colegio Federal Francisco Esteban Gómez, donde estudié el cuarto grado con la maestra normalista Nuncia Villarroel, quien intuyó mi vocación de periodista, pues puso en mis manos el periódico mural del aula, al cual le puse el nombre de “Avance”. La ama de llaves de la Casa Parroquial era María Luisa y mi tarea cotidiana era lavarle la copa donde el Padre todas las mañanas tomaba su Sal de fruta, regar las matas de espinacas, surtir de kerosene la Nevera, hacer las hostias con una maquinita y estudiar música y solfeo, además de servir de monaguillo en las misas y acompañar al Padre a cualquier hora de la noche para suministrarle la extrema unción algún enfermo moribundo. El Padre Agustín, amantes de los niños como San Juan Bosco, era muy estricto con la feligresía como bien lo afirma en Fedenotas El Sol de Margarita: “Para los fieles el velo en las damas, nada de descotes ni vestimentas no acordes, mangas para comulgar y el silencio absoluto durante la Santa Misa eran órdenes. El día de los fieles difuntos en el cementerio atentos al responso rezado o cantado. Hablar del Padre Agustín es hablar de las procesiones en La Asunción; el sermón del Padre Montaner el 15/08, solemnidad en Semana Santa y nada de playa, el cocotazo y regaño si hablabas durante la Santa Misa, en fin toda una leyenda. Está sepultado en el Altar de Nuestra Señora del Carmen en la Iglesia Catedral pero inicialmente fue sepultado en la nave central en frente al Altar Mayor” (AF)

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