Las brazadas e Melitón era sensacionales y un buen día se embarcó como marino de la balandra El Pacificador, pero ésta fue atrapada por furiosa tempestad de alta mar que la escoró nadie supo sino a los quince días de desaparecida cuando Melitón semidesnudo llegó a la playa del Cardón donde lo aguardaba una multitud que había divisado al velero y exclamó: “Aquí estamos, basta ya de llantos, velas y oraciones”.